Tendencias Gente El Poblado Jul. 11 al 17 de 2014
El arte de las
letras
bellas
La caligrafía todavía despierta curiosidad en la ciudad. Aquí la historia de dos expertos que desde hace varios años se dedican a
ella.
Por: Laura Villamil Barrera
laurav@gente.com.co
Las vidas de Mónica Arcila y de Santiago Londoño tienen algo en común: la tranquilidad que les da escribir bonito, porque en esa actividad de plumas, tintas y tinteros, además de buen pulso, se gana calma y paciencia. Ella redescubrió la caligrafía por medio de un libro que vio en una tienda, y se le sembró una inquietud por el aprendizaje de este arte que no la ha abandonado desde hace más de 10 años. Y digo redescubrió porque como muchos, pasó por un colegio en el que le enseñaron lo básico sobre la letra pegada, pero en realidad lo que hizo fue sumergirse en un universo desconocido, donde cada trazo le exigía la mayor concentración y disciplina. Con el tiempo, algunos cursos y mucha práctica, se convirtió en una profesional en el tema, y empezó a dar clases particulares desde su casa en El Poblado. “He tenido muchos alumnos de todas las edades. Aunque en los colegios ya se ha perdido un poco la tradición, para muchos sigue siendo de gran interés”.
Por su parte, Santiago se dejó contagiar por la pasión que adquirió su hermana en Dinamarca, cuando viajó a una escuela de artes y oficios (propiedad de otro de sus hermanos) para aprender sobre caligrafía. “Mi papá tenía una tipografía y le ayudábamos ahí. Cuando se acabó, decidimos abrir la Academia Monet (San Joaquín), que es la única academia que da clases de este arte”.
Explica, y coincide con Mónica, que la aparición de las nuevas tecnologías y la masificación de los dispositivos móviles ha hecho que las nuevas generaciones reemplacen los trazos por los golpes suaves a una pantalla. “Esta tradición se ha ido perdiendo, a mí me daban dos horas de caligrafía en el colegio y ya eso no pasa. El cerebro funciona diferente cuando uno está escribiendo despegado y no pegado, igual que cuando uno escribe en un computador. Está demostrado científicamente que la escritura activa el cerebro”. A pesar de todo, destaca que el acceso a internet y a las nuevas tecnologías se ha convertido en un gran incentivo para los autodidactas, que entre el instinto y la curiosidad, van haciéndose expertos desde su habitación.
Por su parte, Mónica cuenta que han aparecido un sinnúmero
de herramientas virtuales para practicar caligrafía,
“solo se trata de buscar. Encontrar ayuda es muy sencillo”.
“solo se trata de buscar. Encontrar ayuda es muy sencillo”.
Según Londoño, desde los inicios de la caligrafía siempre se
priorizó la belleza, porque la mayoría de la población no sabía leer (solo
lo hacían unos pocos eruditos). Los libros que demostraban la exclusividad
de este arte eran las biblias. Cuando se inventó la imprenta, la caligrafía perdió su valor,
porque las letras que antes eran el producto de horas de esfuerzo, podían
reproducirse con facilidad con millones de copias. Muchos regímenes políticos y corrientes religiosas han creado su
imagen e identidad entre seguidores a través de las tipologías de
letras y los alfabetos.
EN CONTEXTO
Mónica Arcila marca tarjetas e invitaciones, una de las formas en las que la tradición se mantiene. Fotos Edwin Bustamante
Santiago considera que esta tradición en la ciudad está, literalmente, en manos de unos pocos, porque las clases se imparten entre la academia y algunos profesores particulares. Sin embargo, es posible que este arte no desaparezca sino que se transforme, porque prácticas como el lettering (composición tipográfica en su mayoría para tableros y avisos) y la caligrafía moderna (más flexible con sus formas que la tradicional), empiezan a regarse a gran velocidad por todo el mundo.
PARA
TENER EN CUENTA...
Los calígrafos destacan que la disciplina y la dedicación son lo
más importante para aprender este arte. La marcación de invitaciones, tarjetas y diplomas mantiene esta
práctica en Medellín. La escritura pone a trabajar al cerebro. No debe reemplazarla
por completo por su computador.
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