MI BAÚL DE RECUERDOS
POR: Mónica Lucía Arcila R.
Grupo Letras Eafit
No recuerdo
el día en que nací. Era demasiado pequeña, indefensa e inocente. Más adelante,
cuando crecí poco a poco, llegó la niñez y de esta si me acuerdo. Solía jugar y
dormir con mis peluches. Yo los abrazaba totalmente cada noche para espantar el
miedo a la oscuridad. En el día,
montaba en bicicleta en el parque y patio de mi casa. Sí, no olvido mi casa, ya
que aún vivo en ella con mi mamá y mi
papá.
Tengo
gratos recuerdos del bizcocho de frutas que hacía mi mamá: uvas pasas, ciruelas,
cerezas, nueces, bananos, mantequilla, huevos, canela, nuez moscada, azúcar y harina, todo mezclado
daba un aroma a especies y su sabor era dulce y gratificante para el apetito
infantil, que deseaba comer golosinas y harinas todo el día. Recuerdo también el
famoso algodón de azúcar que vendían en mi barrio y que comíamos todas las tardes después de llegar
del colegio.
¡Ah! El
colegio era mi diversión donde aprendía cantidades sobre las ciencias
naturales, las matemáticas, la historia, inglés, español, deporte, entre otros.
No podré olvidar a mis amigas y amigos que hoy en día no sé donde andarán. Mis
profesores y profesoras me otorgaron el conocimiento, la experiencia y el
disfrute de saber cada vez más de todo un poco y de la vida también. Pero claro,
los que me vieron crecer y me dieron todo, satisfaciendo mis necesidades
primarias son mis padres, a los que aún conservo desde pequeña. Millones de
gracias a ellos.
Mi primera
comunión fue tan especial que recuerdo que llevé el pan y el trigo y era la
primera de mi grupo en la fila para la primera eucaristía.
En las
tardes veía televisión especialmente las caricaturas y el chavo del ocho. Pero
claro, era muy buena estudiante y me esforzaba mucho estudiando. Cuando llegaba octubre, me disfrazaba el día
de los niños y salía por el barrio a pedir dulces, galletas y colombinas.
Recuerdo mi
primer novio a los doce años, era tan lindo, que nos escribíamos cartas de amor.
Pero bueno, llegó la temida
adolescencia: acné, rebeldía, las fiestas de quince, los amigos, las amigas y
mucho más.
Después
llegó la mayoría de edad, cuando aprendí a manejar un carro, cuando me gradué
del bachillerato e ingresé a la universidad Eafit a estudiar Administración de
Negocios. Desde ahí tuve muchas experiencias en general y aprendí muchas cosas
pero en especial una cosa:
“Es duro crecer, más aún cuando buscamos una identidad propia”
Pero nada más lindo que vivir y gozar el momento. Sí,
de momentos es que está hecha la vida, ella es tan frágil que se puede escapar
en cualquier instante. Vivamos felices con lo que somos y tenemos y compartamos
cada minuto de nuestra existencia con los demás.